MANIFIESTO POR LOS ESPACIOS URBANOS DE MADRID
Por Basurama
Una de las situaciones más fructíferas que ha dado nuestra época ha sido la multiplicación de espacios urbanos autogestionados, que han venido aparejados a una enorme toma de conciencia de la importancia que debe tener la ciudadanía en la gestión de la ciudad y del territorio.
Espacios urbanos autogestionados de todo tipo: espacios públicos, espacios sociales, espacios culturales, de makers, espacios centrales y periféricos, espacios ciudadanos, vecinales o como lo quieras llamar. Hay espacios espectaculares y recoletos, los hay de gestión híbrida, municipal o independiente, están ocupados, okupados, cedidos, alquilados, liberados… Espacios que han devuelto a la ciudad y a la calle su función imprescindible de escenario, entorno y ambiente de la vida en común. Han sido los espacios que han propuesto ciudades españolas visibles para todos y todas, y en concreto, los lugares que han hecho de Madrid la ciudad viva y en marcha que es hoy en día, en lugar de la ciudad gris que le deparaba comerse los despojos de la crisis. Son los laboratorios donde se diseña el futuro, donde diseña la posibilidad de las vidas felices del futuro.
- Los miles de personas que han participado en Stop Desahucios, y en los movimientos de resistencia por puro sentido común, como son todos los barrios amenazados por la gentrificación, la casa de Ofelia Nieto 29 en Madrid, el barrio del Cabanyal en Valencia o la fábrica Averly en Zaragoza.
- La posibilidad real de otra gestión de la crisis habitacional que ha propuesto la PAH, y que suponen Las Corralas de Sevilla, los bloques de la PAH Sabadell y la Cava, la Leona, la Manuela y Cadete en Madrid, así como el gran cambio mental que la PAH ha ofrecido a una sociedad inmobiliariamente enferma como la nuestra.
- Los prototipos necesarios para pensar el futuro del espacio público como bien común que ponen en marcha cada día, entre otros, El Forat de la Vergonya y Recreant Cruïlles en Barcelona, El solar Corona de Valencia, El Campo de Cebada, Esta es una plaza, y el Solar de Grilo en Madrid, así como todos los huertos urbanos que han proliferado en todo el estado, y también en todo Madrid, de Tetuán al pueblo de Vallecas, donde se reconstruye el lazo social entre grupos muy diversos que cultivan su sociedad mientras cultivan verduras.
- Lugares tan distintos entre sí como el Espacio Vecinal Montamarta de San Blas, El CSA La Tabacalera de Lavapiés, La Morada en Chamberí, el centro social Seco y la Villana en Vallecas, o el puente de colores de San Cristóbal de los Ángeles, han permitido que la gestión urbana “desde abajo” se extienda por toda la ciudad de Madrid, gestionando cada vez más realidad. Sin olvidarnos de los varios lugares que ha ido recuperando la gente de Moratalaz, la última una oficina de Caja Madrid abandonada, (poco antes de que muchos de sus activistas fueran detenidos, la semana pasada, de la manera más escalofriante por sacar una pancarta en un pleno municipal).
- Nota aparte merecen las trayectorias de las veteranas La Casika de Móstoles, La Casa Invisible de Málaga, y el Patio Maravillas de Malasaña, que tras muchos años y después de haber superado muchos procesos de agresión, tienen que seguir luchando por sus espacios tanto como el primer día. Como si no hubiéramos aprendido nada en ellas, con ellas, de ellas.
- Los inestables éxitos mutantes de Astra, en Gernika y de Can Batlló en Barcelona, siempre prototipando caminos y soluciones que eran impensables antes de que ocurrieran, incluso en medio de agresiones tan brutales como el derribo de Can Vies. La relativa estabilidad de el Ateneu candela de Terrasa, La Harinera de Zaragoza o los HirikiLabs de Tabakalera de Donostia, o la capacidad de escucha hacia Medialab Prado e Intermediae en Madrid demuestran que estos espacios son posibles, que no sólo pueden ser flor de un día; flores de olor exquisito y de muerte temprana.
- La persistencia de movimientos que no se ciñen a las cuatro paredes que los intentan contener, que tienen capacidad de mutación y de adaptación al contexto. El saber que solo hace falta una alerta para despertarnos de nuevo.
Además de la amenaza constante de desalojos criminales para miles de familias, muchos de estos espacios están amenazados en estos días. Desde el cierre de La Invisible en Málaga, esta Navidad, hasta el desalojo preventivo anunciado para El Patio Maravillas este viernes, nos jugamos mucho de cómo gestionar nuestras ciudades; nos jugamos mucho de nuestras vidas.
El Campo de Cebada anunció su hartazgo la semana pasada en su Facebook, hartos de violencia y falta de cuidados por parte de los miles de usuarios de ese espacio. Esta es una plaza está esperando desde diciembre la respuesta del Ayuntamiento para sacar adelante un nuevo acuerdo de cesión del espacio que ofrecen al barrio desde hace más de cinco años. El Solar de Grilo, por su parte, ha recibido una amenaza de desalojo recientemente, justo en el momento en el que consolida su dimensión más pública.
Aún tenemos frescos el desalojo a traición del bloque de la Obra Social de La PAH “La Cava”, donde vivían 13 menores, Los derribos de Ofelia Nieto 29, de Can Vies en Sants, Barcelona y de El Centro Social Okupado La Traba, que condujo al nacimiento del Espacio Vecinal Arganzuela y a la reclamación de la cesión del Mercado de Frutas y Verduras de Legazpi para los vecinos, que se reúnen cada martes en Intermediae Matadero amparados por muchos amigos, entre ellos la FRAVM. Haciendo oídos sordos, el ayuntamiento ha sacado ese edificio a concurso; para instalar usos tan necesarios en el barrio como una biblioteca gastronómica y un Spa. A pocos metros de allí se anuncia la construcción de un centro comercial que atenta contra toda lógica urbanística y social.
En toda Europa y en el resto del mundo hay propuestas y experiencias similares, pero el caso español supone siempre entre todas ellas motivo de estudio y admiración. Siempre se resalta la inteligencia colectiva que ha supuesto y que, a su vez, genera para la gestión de la crisis en la que todos estamos inmersos. Debería suponer, también, motivo de orgullo para los que los tenemos más cerca, y además de disfrutar de ellos, debemos cuidarlos, construirlos y defenderlos ahora, porque defenderlos es defender nuestra(s) vida(s). Unas vidas posibles más dignas y felices para todos. Defendámonos ahora, antes de que desaparezcan y los echemos tanto en falta que no sepamos vivir sin ellos.
Nos jugamos, en realidad, cómo vamos a vivir, a gestionar, diseñar y construir nuestras ciudades. Mañana será demasiado tarde. Sabemos que la primavera de 2015, con su acelerado ciclo electoral, será movida, pero ningún político que piensen que la política consiste en votar cada cuatro años podrá destruir nuestras vidas, ni nuestras ciudades.
Por todo ello, exigimos el derecho a la ciudad. Exigimos el cuidado y la responsabilidad de las ciudadanas e instituciones de Madrid, para continuar creciendo y ayudando a que estos espacios puedan continuar existiendo, puedan seguir haciendo-en-común. Podríamos empezar con el realojo de El Patio Maravillas en un espacio municipal, y la suspensión de su desalojo hasta que ese espacio no esté cedido con todas las garantías.
Sabemos también que no mantendremos tan solo nuestras peticiones, que jamás desaparece la necesidad de un centro social tras su desalojo, que la conquista del territorio en la ciudad está en nuestras manos y en nuestra capacidad de organizarnos, que nuevas puertas encontrarán nuevas ganzúas, y que las nuevas hegemonías encontrarán a nuevos contrapoderes.
Las ciudades pueden convertirse en territorios hostiles para los ciudadanos, acuciados por necesidades apremiantes, por presiones de toda índole, convertidos en meras unidades de financiación, abandonados a la suerte de las grandes cifras, de las grandes ideas, de los intereses partidarios… Necesitamos conservar y recuperar la conciencia de la ciudad como un espacio de vida humana, donde la convivencia sea además una comunidad de aprendizaje, para afrontar los retos del presente y del futuro.
Es conveniente apelar a la naturaleza pública de la legitimidad democrática, para recordar a las personas concretas que asumen esa representación pública, su compromiso de servicio, no a un partido, ni a una empresa, ni a una ideología, ni a uno u otro “poder”, sino a los intereses de todos y cada uno de los ciudadanos. Incluso los “poderes públicos”, que pueden recibir todo tipo de presiones de índole ideológica o financiera, siguen teniendo responsabilidad ética respecto a las consecuencias de sus decisiones. Queremos desde aquí apelar a esas responsabilidades públicas de los poderes públicos, para contribuir a propiciar auténticas “políticas públicas” para la ciudad. Es decir, políticas que contemplen una perspectiva más global, destinada a la vida social en todas sus manifestaciones.
Por ello, llamamos también desde aquí a seguir a defendiendo y cuidando todos aquellos espacios que nos han permitido ser y hacer en común.
Basurama
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