María Kaika tiene un D. Phil. en Geografía de la Universidad de Oxford, y una Maestría en Arquitectura de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, así como la cualificación profesional como arquitecto. Sus puestos anteriores incluyen: Fellow, St. Edmund Hall, Oxford; Director de Estudios de Geografía Humana de la Universidad de San Hugh, Oxford; University Lecturer de la Facultad de Geografía de la Universidad de Oxford;  Investigador junior, Linacre College de Oxford; Profesor de Geografía Humana de la Universidad de San Pedro de Oxford.

Abstract:
Entre la compasión y la solidaridad: La nueva doble cara de Europa y de cómo luchar por lo común puede evitar una catástrofe antropológica

La crisis de 2008 tanto unió como separó a Europa, a través de una reacción doble-cara al desempleo, la pobreza y la falta de vivienda. Un lado de esa doble cara toma la  forma de compasión y apoyo; el otro lado toma la forma de racismo y xenofobia. En este artículo sostengo  que hay más cosas en común entre estas dos reacciones aparentemente antitéticas de lo que nos gustaría pensar.  Sugiero que la compasión y el racismo son prácticas igualmente divisoras y generadoras de “otredad”. El racismo transforma a seres humanos en entidades deshumanizadas con el fin de odiarlos. La compasión transforma a los seres humanos en objetos dependientes con el fin de ofrecerles ayuda. Tanto la compasión como el racismo son fuertemente a(-e)fectivas pero, en última instancia, reacciones a-políticas de ciudadanos quedaron impregnados con miedo cuando la solidaridad social y la provisión de bienestar a lo largo de Europa pasaron de ser una responsabilidad colectiva a ser un asunto privado.

Después de la década de 1990, los ciudadanos fueron “hechos responsables” de adquirir, educación, salud, mejoras en vivienda etc. Esta metamorfosis del bienestar desde una responsabilidad colectiva (financiado mediante el gasto déficit público)  hacia un asunto privado (financiado mediante préstamos privados) inscribió el trabajo, los cuerpos y los medios de vida de la población activa en los mecanismos especulativos financieros globales y convirtió sujetos políticos colectivamente responsables en un sujeto políticamente desacreditado que Lazzarato (2007) llama “the indebted ]wo/]man”s. La nueva doble cara europea es precisamente este hombre/mujer endeudado y políticamente desacreditado.

La comprensión de la íntima relación entre nuestras vidas y las instituciones financieras desarrollada a través de la conversión del bienestar colectivo en un asunto privado es imprescindible para contextualizar ambas: 1) reacciones a la reciente crisis económica impulsadas por el temor; y 2) nuevas formas y prácticas de solidaridad. A diferencia de la compasión, la solidaridad no es un acto a(-e)fectivo; es una praxis política, la generación e institución de nuevos imaginarios y métodos que puedan evitar una catástrofe antropológica mediante la promoción de una ruptura con anteriores posturas de sujeto que puede desenmarañar el hilo de la vida de la red de transacciones financieras.