ABSTRACT
Durante los años del boom inmobiliario el desarrollo residencial y urbano, tanto en número de viviendas como en suelo ocupado, alcanzó los mayores índices registrados desde los años 60. Cuando la burbuja estalla, la dimensión que los procesos habían alcanzado queda patente también en sus consecuencias, destacando el incremento de las ejecuciones hipotecarias y los desahucios, y la consecuente expulsión de la población de sus hogares. Las ciudades quedan plagadas de patrimonio edificado que no ha sido nunca utilizado, de infraestructuras sobredimensionadas y sin uso y de desarrollos urbanísticos paralizados con dudosa rentabilidad económica. Sin embargo, los efectos se extienden más allá de los cadáveres físicos heredados: los modelos urbanos, recogidos en el planeamiento general, y pensados desde un contexto socioeconómico completamente diferente, se han convertido en el marco jurídico que regulará el futuro de las ciudades.
Paralelamente a estos procesos, el marco regulador de las políticas de vivienda ha reorientado parcialmente sus objetivos, destacando la apuesta por la rehabilitación y la regeneración urbana como alternativa al crecimiento. En este contexto, el objetivo principal del trabajo será determinar el grado de vulnerabilidad residencial existente en las ciudades mayores de 50.000 habitantes, así como definir su relación con las dinámicas inmobiliarias previstas en el planeamiento vigente. Siguiendo la metodología utilizada para la delimitación de Barrios Vulnerables (Hernández Aja, et al., 2011) se determinará el nivel de vulnerabilidad y su concentración dentro del tejido urbano, estimando así las necesidades de intervención urgente dentro del suelo consolidado. Estos resultados se cotejarán con el modelo de crecimiento previsto. Las conclusiones permitirán dilucidar en qué medida es urgente la reorientación de las políticas, así como ahondar sobre los patrones territoriales en la formación del medio urbano.